jueves, 1 de abril de 2010

Tacatín Tacatán Tacatín Tacatán


Impaciente parecía. Era la encargada de decirme que no era una carga, que estaba todo bien, que podía confiarle lo que sea y con ese mínimo gesto, derribaba el castillo que ella mismo había construido con cuidado profesional.
Lo había logrado casi bien.
Pero algo seguía sin cerrarme, y ella lo había logrado tan casi bien que yo debía dar dolorosas y confusas vueltas hasta convencerme de que efectivamente, el círculo no cerraba y no había gestalt ni new look ni nada que lo hiciera por mí.
Con el tiempo fui mejorando (o empeorando, a su juicio) y pude determinar con más claridad los palos en la rueda. Porque eran más que uno. En realidad, paaalos... mucho decir, eran ramitas quebradizas y gracias, pero eran.
Ahí estaban, repetitivamente (por qué carajo está mal escrita esa palabra?) presentes.
Pero no el presente que decís cuando levantás el puño y te llena, te completa justamente, si no el presente del pajarito de twistos, el presente maldito presente.
El reloj influía, pero ese era el palito que pisaba ella.
El obstáculo final era aún más sutil.
Sus uñas creo que eran, ahora que lo pienso.
Sus uñas de arreglo careta, de pura facha, de superficialismo, porque cómo podía ser que no tenga esas uñas, preciosas, deslumbrantes, perfectamente cuidadas, detallistas, si tenía la receta de tu estabilidad mental!

Igual no creo que sea mala mina, en el fondo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario