lunes, 29 de marzo de 2010

Y esto es sólo el comienzo, nena


Algo le pasó a mi cabeza y siento a mi estilo, de por sí tan poco definido por el momento el muy pobrecito pero bien pillo cuando quiere, un poco contaminado.
El problema recae en que yo ahora no sé como contar esto poniendo mi firma pero sin garabatos al pie del pergamino. Ese sería básicamente el problema que compete a nos los representantes.
Entonces decido tirarlo todo por la borda, total!, y empujo la mesa como siempre quise hacerlo (parece muy liberador y mucho más silencioso en las películas), pero a estas alturas (¿quién dice eso, yo? ¿hablando de alturas? pero esto es tan incoherente, César!) los vecinos, se podría decir que me importan un cuerno. Los papeles vuelan (pero no tanto como en las películas) y mientras lo hacen parecen tan inocentes, tan vacíos, como si ellos no fueran culpables y ese maldito problema estuviera sólo en mi cabeza. Patrañas. De todos modos no lo van a conseguir, sé que me mantengo muy firme en mi postura. No pienso pedirles perdón a esos papeles por más desamparado que me resulte su vuelo. Para proteger están mis hijos.
Ahora respiro. Profundo y como si oliera una flor (es distinto de una respiración normal, sólo hay que focalizar la flor y su perfume, sólo inténtenlo), cierro los ojos, la cabeza hacia arriba, me apoyo contra una pared (parece demasiado complejo cuando lo describo).
La habitación es un asco.
Me jactaba de respiraciones exóticas y ahora me falta el aire, pero no estoy segura de la causa. Tu pelo.
Tu pelo, los papeles, tu espalda. Miro y ya no hay más papeles, pero sin embargo están ahí.
Vos que sos pequeño, todo pequeño, y me hablás de numeritos, como si no tuviera suficientes. Y yo, una estúpida, que debería estar contenta quizás y me dejo atacar una vez más por ellos. Sí, están ahí pero se esconden. Debería haber tenido lógica, pero me empeño en volverlo todo tan complicado (ahí vuelve mi estilo y los papeles, por lo que más quieras, siguen ahí los papeles!).
[No dejes que nos vean (no dejes que me maten) porque si nos ven, van a ver también a los papeles, se va a volver una perseguida como yo.]
Y basta de llaves. Disfrutemos el intervalo. Me ves con ojos chiquitos (todo chiquito), nos conocemos con manos chiquitas. Hablamos de grandes cosas.
Aunque parezca mentira, en parte hablo de matemática.
Bandera blanca


prendo la luz.
Debería barrer, dejé el mate en un estante de la biblioteca, no me preguntes dónde está el termo. Mi mochila está cómodamente abierta. Hay papeles en el piso, lapices sin punta, una obvia y sarcástica ausencia de sacapuntas. Encuentro gracia en esto. Vuelvo a mirar los papeles, como si tuvieran la culpa de algo!

1 comentario: